¡Debemos hablar sobre la pobreza menstrual!

Pobreza menstrual
Nos clientes parlent de nos culottes :

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Según datos reportados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más mil ochocientas millones de personas en el mundo están en edad de menstruar. Para poder visualizar este número con facilidad, bastaría con decir que, el día de hoy, casi un millón de mujeres tiene la regla.

Lamentablemente -y a pesar de que las cifras son impactantes- la equidad menstrual no ha podido alcanzarse (al menos, no por ahora). ¿Qué significa esto? Que mientras lees este artículo, miles de mujeres y niñas no pueden llevar una vida normal, ya sea por la falta de productos de higiene o de educación sobre el tema.

Como era de esperarse, esta situación tiene un alto coste emocional sobre las víctimas que, además de perder oportunidades laborales y educativas, deben lidiar con afecciones graves, como la depresión, el insomnio o la ansiedad.

En Loop, queremos ayudar a erradicar la pobreza menstrual de una vez por todas. Pero para ello, primero debemos poner el foco sobre del tema principal: qué es la pobreza menstrual y cómo afecta a los distintos grupos de mujeres del planeta.

cómo la pobreza menstrual afecta a miles de mujeres

Comencemos: ¿qué es la pobreza menstrual?

Técnicamente -y de forma estricta- la pobreza menstrual no es más que la falta de acceso a productos de higiene sanitaria por problemas económicos. Sin embargo, este concepto ha evolucionado hasta incluir un par de causas más a la lista.

Varios estudios (la mayoría de ellos llevados a cabo por organismos internacionales como UNICEF, Amnistía Internacional y la UNFPA) han encontrado una relación entre la pobreza menstrual y factores que no dependen de las limitaciones financieras de la familia.

Hablamos de la falta de acceso al agua potable, a una infraestructura sanitaria adecuada o incluso a información veraz sobre la regla. En pocas palabras, allá afuera hay mujeres, niñas y adolescentes que no viven en las mismas condiciones que otras.

Esto, sin duda, afecta desde su capacidad de crecer y superarse personal y profesionalmente hasta su dieta diaria; llevándolas a buscar soluciones increíbles, como separarse de la sociedad cuando están menstruando, usar cartones como método de protección o dejar de asistir a la escuela.

Como ves, la pobreza menstrual no solo se refiere a no tener compresas, braguitas, tampones o copas menstruales, sino también a la carencia de instalaciones sanitarias privadas e higiénicas, a los mitos y tabúes que giran en torno a la regla y hasta a la falta de información sobre el periodo (algo que conocemos como analfabetismo menstrual).

¿Sabías que… la pobreza menstrual no solo afecta a los países en vías de desarrollo, sino también a las potencias mundiales? En Estados Unidos, 1 de cada 5 niñas falta o deja la escuela por no tener productos de higiene menstrual y casi el 47 % de las mujeres pobres (aquellas con ingresos por debajo de la línea federal de la pobreza) ha tenido que escoger entre la comida de un día y la compra de compresas o tampones.

muchas mujeres escogen entre comida y productos de higiene

Le ponemos rostro a las víctimas de la pobreza menstrual

Hay quienes piensan que solo las mujeres, niñas y adolescentes de países y territorios en guerra, con problemas políticos o limitaciones financieras son víctimas de la pobreza menstrual, pero esto no es más que un mito. Lo cierto es que, incluso la población de naciones ricas, como Estados Unidos y el Reino Unido, se enfrenta a más de un desafío relacionado con el tema.

Si bien la pobreza menstrual es compleja, trataremos de darle rostro a los principales segmentos que han sido golpeados por ella. A fin de cuentas, una imagen vale más que mil palabras.

Dato importante. El 20 % de las mujeres de la Unión Europea no tiene suficiente dinero para comprar protección sanitaria. En otros lugares, como Kenia, el caso es aún más dramático. Un estudio de la UNFPA en África demostró que varias adolescentes en edad escolar se han visto obligadas a tener sexo transaccional por un paquete de compresas sanitarias.

Mujeres privadas de libertad

Las mujeres condenadas o en espera de una condena no la tienen fácil en cuanto a la higiene menstrual se refiere. En las cárceles femeninas estatales y condales de Estados Unidos no se reparten tampones, compresas o bragas menstruales, como sí sucede en los centros de detención federales desde el 2017.

Como consecuencia, se delega la compra de productos de higiene femenina a los familiares de las presas, lo que ha dado pie al reciclaje compresas y tampones dentro de las cárceles. Esta práctica ha incrementado los casos de infecciones vaginales, llegando incluso al diagnóstico del síndrome del shock tóxico por usar papel higiénico como un tampón casero improvisado.

Mujeres sin hogar

Las niñas y mujeres representan un grupo en aumento dentro del segmento de personas sin hogar, un dato preocupante. Además de tener problemas para llevar una alimentación adecuada, este sector no tiene suficientes recursos financieros como para comprar productos sanitarios.

Incluso eliminando este factor de la ecuación, las mujeres sin hogar se enfrentan a otros problemas, como encontrar un baño limpio con acceso a agua y jabón para poder asearse de forma privada y segura.

Mujeres víctimas de mitos y tabúes

Desafortunadamente, la falta de ingresos no es el único culpable de la pobreza menstrual: hay culturas que perciben a la regla como “algo malo”, lo que impide que las niñas, mujeres y adolescentes puedan formar parte activa de la sociedad o protegerse adecuadamente.

Samikshya Koirala, activista de Amnistía Internacional en la Universidad de Katmandú, declara que en Nepal (su país natal) las niñas con la regla son apartadas del sol y de los hombres. En la India, las mujeres que están menstruando no pueden participar en las festividades religiosas y culturales (ni siquiera tienen permiso para entrar a la cocina).

Estos son tan solo algunos ejemplos de cómo los tabúes afectan a las mujeres alrededor del mundo. Lamentablemente, quedan muchos mitos por ser derribados.

Mujeres con necesidades especiales

Las mujeres y niñas con necesidades especiales, discapacidades o movilidad reducida sufren de manera desproporcionada por la pobreza menstrual.

Aún si sus familias tienen suficientes recursos financieros como para llevar una vida digna, se encuentran con que los centros comerciales, escuelas, universidades y otros puntos de encuentro social carecen de instalaciones ajustadas a sus necesidades.

Esta situación tan alarmante se agrava aún en países pobres o zonas afectadas por conflictos armados, como las guerras o el terrorismo.

Mujeres migrantes

La población migrante es un grupo de extrema vulnerabilidad. Veamos un caso para comprender el contexto: los venezolanos -una de las olas de desplazados más grandes del mundo- son víctimas de la pobreza menstrual tanto en su territorio como en los países receptores.

Al momento de escribir este artículo, el salario mínimo en Venezuela era de diez millones de bolívares (2,64€); un monto irrisorio si consideramos que un paquete de compresas menstruales de ocho unidades tiene un coste de 2,42€, ¡casi todo un mes de trabajo!

Si bien no hay estudios sobre el impacto de la pobreza menstrual en los refugiados venezolanos, no quedan dudas de que la viven en carne propia. A fin de cuentas, han pasado a engrosar las filas de la pobreza y pobreza extrema en los países de destino.

¿Sabías que… 1 de cada 4 mujeres en España debe elegir entre comprar alimentos o productos de protección menstrual?

Erradicación de la pobreza menstrual: ¡una meta para el 2030!

como erradicar la pobreza menstrual

En un mundo donde el 40 % de la población no tiene acceso a una infraestructura sanitaria con conexión a agua limpia, superar la pobreza menstrual puede ser todo un reto. No obstante, ya hay iniciativas en marcha para luchar contra el desconocimiento y la falta de artículos de higiene femenina. Y es que, eliminar a la pobreza menstrual del mapa es crucial para alcanzar 4 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para el 2030.

Hablar abiertamente de la menstruación es esencial para ganar la guerra. Comprender que la regla es una función biológica normal no solo ayudará a bajar los índices de pobreza menstrual, sino que reducirá la falta de diagnóstico y tratamiento de ciertas enfermedades, como la endometriosis o el trastorno disfórico premenstrual.

La eliminación de la “tasa rosa” de los productos de higiene femenina -un 10 % en España- es otro elemento que nos permitirá combatir el problema. A esto habría que agregarle un par de políticas que deberían ser parte de la agenda pública, como el reparto gratuito de productos higiénicos y la construcción de instalaciones sanitarias apropiadas.

Encontrar alternativas al uso de compresas y tampones también puede marcar la diferencia. Las bragas menstruales, son -a la larga- más económicas que los artículos de protección tradicionales. Como son reutilizables, su popularización minimizaría la emisión de contaminantes coronándolas como una opción sostenible, cómoda y eficiente.

Todo esto en conjunto con otras prácticas positivas -como el activismo menstrual- nos ayudaría a deshacernos del secretismo y estigma social que envuelve a la menstruación; un estereotipo que -hasta ahora- no nos ha dejado avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa.

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